Los usos del grafeno son uno de los aspectos que más interés a nivel tecnocientífico en la actualidad. Este material, que se extrae del propio grafito, tiene unos usos potenciales de lo más llamativos en múltiples aspectos, y uno de ellos también está en la mezcla del grafeno con el hormigón para reducir las emisiones de dióxido de carbono que generan cúpulas de calor en los grandes espacios urbanos.
Grafeno para reducir las emisiones de carbono
Uno de los aspectos en los que más se pone en el foco hoy en día está en el CO2 y en cómo prevenir sus emisiones, especialmente a nivel urbanístico, con el excesivo uso del hormigón y el cemento en espacios abiertos y que, en temporadas veraniegas, se convierten en auténticos hervideros. Es ahí donde entra en juego el grafeno, un material que evitaría que estas superficies emitieran tanto CO2 a la atmósfera, ayudando a crear ambientes más amigables ante una situación climática cada vez más grave.
Esta investigación, publicada en la revista científica Science Direct, revela que compuestos basados en cemento, combinados con el grafeno a través de una impresión 3D, emiten hasta un 31% menos de dióxido de carbono que este mismo material sin el grafeno en su composición. Además de eso, el material no cuenta con una caída en su rendimiento mecánico, sino todo lo contrario, ya que también se muestra como un material más sólido y resistente cuando cuenta con el grafeno en su mezcla. Por tanto, este estudio muestra que el grafeno puede mejorar los cementos y hormigones tanto en eficiencia como en huella de carbono.
Por el momento, este sistema no cuenta con recursos y automatización adecuados para producir esta mezcla en masa, pero no cabe duda de que, si las compañías del sector apuestan por esta nueva combinación de materiales para comercializar, las consecuencias podrían llegar a ser muy positivas tanto a nivel práctico como medioambiental.
La búsqueda de salvar el medio ambiente
Una de las mayores problemáticas que tiene la humanidad hoy en día está en el temido cambio climático. En los últimos 100 años, la actividad humana ha multiplicado exponencialmente la presencia de dióxido de carbono en la atmósfera terrestre, y eso está propiciando un efecto invernadero que, desde hace décadas, está aumentando la temperatura media del planeta. Eso se traduce en la ya demostrada subida del nivel del mar, condiciones climáticas cada vez más extremas, y posibles escenarios casi apocalípticos como el colapso de las corrientes marinas.
Hay cada vez más estudios que reflejan que se trata de un problema muy serio, pero todavía hay mucho camino por llevar a cabo para revertir dicha situación. Un ejemplo se encuentra en las bombas extractoras que buscan extraer agua del Ártico para que se congele y aumentar el grosor del hielo, pero se trata de una solución utópica por la cantidad de bombas necesarias. Por tanto, medidas como el uso de nuevos materiales para la construcción podrían suponer un grano de arena importante para la sostenibilidad ecológica en el futuro.
Fuente: La Vanguardia