Según, la ONU, el sector es responsable del 40 % de todas las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial.
Por su naturaleza, el responsable de alrededor del 40 % de todas las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial es el sector inmobiliario, ya que enfrenta altos riesgos climáticos y cambios fundamentales a medida que la economía global se descarboniza para cumplir los objetivos climáticos.
Como resultado, la ambición de alcanzar el cero neto exige grandes cambios al sector y le presenta diversas riesgos de transición, como la disminución del atractivo del mercado, el aumento de la regulación y el riesgo reputacional.
Esta es una de las conclusiones del más reciente informe de la Iniciativa Financiera de la ONU, la cual explica que los fenómenos meteorológicos extremos, como huracanes, inundaciones e incendios forestales, aumentan en frecuencia y gravedad debido al cambio climático, y son algunas de las amenazas físicas de los activos inmobiliarios.
“Los riesgos climáticos ya se están materializando para el sector inmobiliario y se espera que su frecuencia y gravedad aumenten en los próximos años. Los riesgos físicos y de transición amenazan los flujos de efectivo de los activos inmobiliarios, así como el valor futuro de los propios activos”, explican.
De continuar así, el sector inmobiliario se enfrentaría a una regulación cada vez mayor y a la implementación de nuevas políticas, como estándares de construcción más estrictos, precios del carbono y estándares adicionales de presentación de informes.
“Por ejemplo, algunas jurisdicciones están considerando nuevos requisitos para mejorar la eficiencia energética y la electrificación de los edificios, mejorando el aislamiento térmico y prohibiendo los sistemas de calefacción a base de combustible y gas”, mencionan.
Conscientes de los retos y a medida que crece la conciencia sobre el cambio climático, los inquilinos y compradores potenciales comienzan a esperar más del sector inmobiliario en cuanto a la reducción de emisiones. Por ende, el sector enfrenta nuevos riesgos a medida que las preferencias cambian hacia edificios de alta eficiencia con fuentes de energía renovables para atender esta nueva tendencia.
Ejemplos de infraestructura sostenible
En el Plan de Acción Climática 2050 de Hong Kong, por ejemplo, se incluyen medidas que enfatizan la importancia del ahorro de energía y los edificios ecológicos. El objetivo de la ciudad es reducir el consumo de electricidad de los edificios comerciales entre un 30 % y un 40 %, y el de los edificios residenciales, entre un 20 % y un 30 % para 2050, en comparación con los niveles de 2015.
Hong Kong también planea ampliar el alcance de su regulación de eficiencia energética para cubrir todos los edificios con alto consumo de energía, incluidos los centros de datos. Otras medidas comprenden: promover la retrocomisión; exigir la implementación de oportunidades de gestión energética; realizar auditorías energéticas periódicas; normas más estrictas relacionadas con la electricidad del aire acondicionado en edificios comerciales y aceptar esquemas de certificación acreditados para la eficiencia energética.
“Aunque es probable que dichas regulaciones vayan acompañadas de subsidios gubernamentales, los hogares y las empresas pueden incurrir en altos costos de modernización o correr el riesgo de que sus activos queden fuera del mercado”, recomiendan.
Así mismo, la Iniciativa Financiera de la ONU cita un informe de 2021, en el que el Parlamento del Reino Unido estimó que se necesitan inversiones por valor de entre 35.000 millones de libras esterlinas y 65.000 millones de libras esterlinas para que todos los hogares cumplan con los estándares del Certificado de Eficiencia Energética (EPC) para 2035. “Estos costos podrían ser significativamente mayores”, explican.
Además de la construcción, explican que actividades como la remodelación y la demolición también están contribuyendo significativamente a las emisiones indirectas. Y que si bien una empresa inmobiliaria puede no tener control directo sobre estas emisiones, sí podría ejercer influencia sobre su magnitud. “A medida que los materiales de construcción con alto contenido de carbono se vuelvan más costosos en los próximos años, los costos de construcción aumentarán”, señalan.
En el caso del uso de energía, consideran que es el mayor gasto operativo para los edificios de oficinas comerciales y representa, aproximadamente, un tercio de los presupuestos operativos. Sin embargo, una caída del 10 % en el uso de energía puede provocar un aumento del 1,5 % en el ingreso operativo neto.
También se encontró que, de optimizar el consumo de energía, aumentarían el precio de los activos residenciales entre un 3 % y un 8 % y entre un 10 % y un 20 % para los edificios comerciales.
“De manera similar, un estudio sobre la relación entre la eficiencia energética y el valor de las propiedades de las viviendas unifamiliares alemanas identificó que el 98 % de los ahorros futuros en costos de energía ya se reflejan en un mayor valor de las viviendas”, agregan.
Además de los costos y otros factores, consideran que de hacerse una transición, deberá ser justa con todos los actores de la cadena, pues aunque prima el cuidado medioambiental, hay personas y comunidades que trabajan y dependen netamente del empleo del sector inmobiliario para sus ingresos.
“Por lo tanto, es importante alinear el financiamiento con un enfoque de transición justa que considere el impacto de la transición en los grupos en riesgo de operaciones en el sector inmobiliario, incluidos los trabajadores, los pueblos indígenas y las comunidades locales”, puntualiza la Iniciativa Financiera de la ONU.
Según John Forrester, director ejecutivo de Cushman & Wakefield, el sector, y en su caso la empresa, tienen el potencial para reducir en hasta un 50 % las emisiones de alcance 1 y 2 de clientes clave, que representen el 70 % de las emisiones de alcance 3, para establecer objetivos científicos para el 2025.
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Fuente: Portafolio