En esta interesante entrevista para revista Costos, el presidente de Cesel Ingenieros, Raúl Delgado Sayán, se refirió a los retos que enfrenta actualmente el sector Construcción, agudizados desde el escándalo Lava Jato. Sostiene que para enfrentarlos no basta una nueva Ley de Contrataciones del Estado porque los problemas están en la ejecución misma de las obras.
Desde su perspectiva ¿Cuáles son los retos actuales más importantes del sector construcción para acelerar el desarrollo de proyectos de construcción?
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En general, la ingeniería y la construcción vienen sufriendo un decrecimiento considerable de las inversiones pública y privada que, por diversos motivos ajenos a la crisis sanitaria, todavía no superan la espiral decreciente en la que han sido absorbidas. De un lado, el sector privado está muy lento por falta de confianza y el incremento de costos de los materiales, mientras que en el sector público no se superan los problemas causados por “Lava Jato” y otros hechos lamentables que han llevado a desfigurar totalmente la ingeniería y la construcción.
Ningún funcionario de la administración pública toma decisiones por temor a la interpretación de sus actos en el futuro por personas que no son técnicas ni de la profesión de ingeniería. Se ha desfigurado totalmente el ejercicio profesional de la ingeniería a tal punto que, según cifras de la Contraloría, se encuentran paralizados alrededor de 2500 proyectos a nivel nacional. Son proyectos que ya han sido adjudicados y con contratos firmados, que se traban cuando es necesario arribar a la primera adenda, circunstancia de corrección y adaptación del expediente técnico a la realidad durante el momento de ejecución, lo que es normal e inevitable que ocurra en cualquier lugar del mundo.
Lamentablemente esto se da en un contexto en que la brecha física de infraestructura en el corto plazo (5 años) es de S/117 000 millones y la de largo plazo (20 años) es de S/363 452 millones. Si se le agrega la brecha de infraestructura social de salud, educación y vivienda se puede llegar a un 60 % más.
¿Cuáles son las razones que nos han llevado a este déficit en infraestructura y esta crisis de inversión en construcción?
Definitivamente tenemos pobre inversión pública y privada no obstante de contar con recursos económicos adecuados. El promedio de los últimos 10 años ha sido, en términos del PBI, 4.5 % en inversión pública y 16 % en inversión privada. Alrededor de 20 % entre ambas, lo que es muy poco.
Además, en el Sector Público hay una muy baja ejecución del presupuesto programado. Se llega en promedio al 60 % de lo previsto y en sectores sociales, e incluso mucho menos. Son las inversiones sociales para servicios básicos, para mejorar los niveles de vida de la población, que desafortunadamente no se llevan a cabo. A esto se suma la excesiva atomización de proyectos que se hace muy difícil de monitorearlos.
En cuarto lugar tenemos la demora en resolver temas extra proyectos como interferencias, liberación y adquisición de terrenos, problemas sociales y ambientales, presencia de restos arqueológicos, excesivos trámites burocráticos de licencias, entre muchos otros.
Lea esta y la opinión de otros líderes de opinión del sector en el informe especial de la edición de aniversario de Revista Costos (abril – mayo 2022).
Por otro lado, es preocupante el desconocimiento de las realidades técnicas de ingeniería y la construcción por parte de autoridades de otras disciplinas, que son quienes toman decisiones técnicas cuando estas debían ser tomadas por los ingenieros. Ante situaciones imprevisibles, los profesionales ingenieros no están autorizados a tomar decisiones que corrijan estas situaciones de manera funcional, técnica y segura, en base a sus conocimientos, experiencia y criterio profesional.
Otra de las razones es el deficiente criterio de selección de soluciones alternativas, obligando a elegir la de menor costo en lugar de la óptima. Este deficiente criterio viene desde el fenecido SNIP y aún se mantiene. Hay que ver no solo el costo inicial, sino el costo de mantener y operar inversiones iniciales deficientes que requieren costos elevados de mantenimiento para operación de muchos años. Lo barato siempre termina costando muchísimo más y otorgando un pobre nivel de servicio e inseguridad ante fenómenos naturales extremos, como los que tenemos a menudo en nuestro país.
Otro grave problema es falta de liquidez en las obras debido a, prácticamente, el retiro del sector financiero frente al sector construcción. La construcción sin créditos de capital de trabajo y cartas fianzas no camina. Es como pretender andar sin gasolina. Las valorizaciones de obra ejecutada se cobran después de varios meses y las cartas fianza no se devuelven hasta pasados muchos años. No obstante, desde la entrega de la obra esta se encuentre en pleno uso. Algunas fianzas demoran 6 o hasta 7 años en devolverse y hay que seguir renovándolas a valores 10 veces más altos que antes de Lava Jato. Lamentablemente se ha llegado a esa situación sin que hayamos podido solucionarlo como han hecho otros países.
Por último, las inversiones del Sector Privado se han contraído frente al atractivo de otros países en razón de que el Perú ha perdido sus principales atractivos como estabilidad política, estabilidad jurídica y fortaleza macroeconómica. La percepción en el sector privado es que no existe un clima proclive para que las inversiones privadas se desarrollen de manera exitosa.
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¿Qué necesitamos hacer frente a esta problemática?
En suma, es necesario hacer un reseteo de cómo debe ser el enfoque de la ingeniería y la construcción. Los casos de corrupción de las autoridades locales con algunas empresas y personas, en muchos casos ajenas a la profesión de ingeniería, han generado esta situación. No basta pretender hacer la enésima Ley de Contrataciones, modificando parte de la existente. La distorsión es mucho más profunda que solo los procesos de licitación y del ser proclive en aceptar adjudicar propuestas temerarias, que a todas luces son imposibles de cumplir. Los problemas son más de fondo y están en lo que es la ejecución misma de las obras, que en su gran mayoría terminan paralizándose por años.
No hay peor daño al país y a los pobladores a ser beneficiados con estas obras que el que ellas no se culminen o no se ejecuten con calidad y resistentes hacia fenómenos naturales extremos. El Estado ha gastado en la parte ejecutada; no hay servicio real que beneficie a la población y la obra se encuentra en abandono y deteriorándose de modo que será mucho más costosa en su reinicio.
Volvamos otra vez a hacer la ingeniería desde su esencia y raíces, como era muchos años atrás y confiemos en la calidad del ingeniero peruano que ha sido autor de más del 90 % de las obras y servicios que vemos a nuestro alrededor como patrimonio y que estimo para el Perú en más de 1000 millones de millones de dólares.
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Han sido esencialmente ingenieros peruanos los constructores del Perú, como reza nuestro himno del Colegio de Ingenieros. Sin ingeniería propia no se puede aspirar a mayor desarrollo y mejor calidad de vida. Es esto un axioma evidente que debemos entender para salir adelante.
Excelente diagnóstico de nuestra cruda realidad. Ingenuamente pensé que cuando un ingeniero (Vizcarra) llegó a la presidencia, iban a cambiar las cosas, pero no fue así. Desde el Colegio de Ingenieros deberíamos hacer algo al respecto.